A la conquista del Sur de Alemania

Salimos con tranquilidad el viernes por la mañana con destino a Selva Negra y Castillos de Fussen... el viaje iba a ser largo, así que metimos el Cd y de buena mañana empezamos a tararear. Hicimos algunas paradas, porque claro, el coche necesitaba descansar un poco (nosotros no).

Nos despertamos en Nimes y resultó que tenía construcciones romanas para visitar (El Anfiteatro y un templo Maison Carrée) y un parque muy muuuy chulo (Jardins de la Fontaine)... y echamos un vistazo. ¡No estuvo nada mal!




Seguimos el viaje con tranquilidad, parando de vez en cuando para que el coche descansara (nosotros no teníamos necesidad) La segunda noche la hicimos en otro lugar de Francia llamado Besançon. En ese lugar no sé si había cosas bonitas para visitar; las hubiese o no, no las vimos.

La siguiente parada significativa fue en Ginebra, Suiza. Lo peor fue la entrada al país: en la frontera hay cartelitos horrorosos que te insinuan “algo” de que necesitas “algo” para poder circular “un poco-algo” por las autovías suizas... pero nosotros nos hicimos los suecos.... no compramos la temida “Vignette”. Como ningún policía hizo ademán de pararnos, pues pasamos así, como quien no quiere la cosa... sin vignette ni nada.


En cualquier momento esperábamos que saliera algún soldado y a la voz de ¡ACTUM! nos hiciera ráfagas de metralleta XD Teníamos la sensación de estar cruzando la frontera ilegalmente ¡jejejee! Paramos en Ginebra para comer... pero no llevábamos ni un franco. Nos quisieron vender unos sandwiches de pollo en una tienda aceptándonos euros y haciendo el cambio como les daba la gana y dijimos “ni de coña, thanks” así que, al pasar por una gasolinera, rellenamos el depósito, compramos unos bocatas y pagamos con tarjeta de crédito.


A parte de esto, Suiza es una pasada. Tiene paisajes preciosos, te imaginas a Heidi por las praderas corriendo detrás de la cabra u oveja aquella blanca jajaj! Y las vacas de suiza son especiales también... gigantes monstruos lecheros de color blanco moteadas de negro, como las de kukuxumusu. Muy simpáticas. Perdón por lo de “monstruos” pero son las vacas más enormes que he visto jamás. Pasamos también por el Lac Leman... un lago gigantesco, que tiene su puerto y todo.

Seguimos hacia el norte y por fin llegamos a Alemania. Todo muy verde, lleno de vacas y ovejas... aquello todavía parecía el lugar donde Heidi se crió. Nuestro principal objetivo era hacer senderismo por el sur de la Selva Negra y así lo hicimos. Durante unos días estuvimos recorriendo la selva... de las hadas. Daba la sensación de que te ibas a encontrar con un elfo por allí... todo tan verde, tan intenso... vimos paisajes muy muy bonitos. Subimos al Feldberg (el pico más alto de la zona) y vimos también las cascadas del Gutach, las más altas de Alemania y por las que nos cobraron 2 ó 3 euros. Por la noche nos alojábamos en las típicas casitas de huéspedes que hay por toda la “comarca” o en algún hotel familiar. Rodeados de montañitas, abetos, ríos, lagos... Vimos varios pueblecitos, como Donaueschingen, donde nace el Danubio (Donau en Alemán).


Estuvimos en las cascadas del Rin (parte Suiza) sin Vignette: uy uy uyyyy estábamos tentando mucho a la suerte... Tomamos rumbo hacia el este, queríamos ver el famoso castillo de Neuschwanstein. Por el camino hicimos parada en Konstanz, vimos el lago... aquello parece un océano. Se puede tomar un ferry para atravesarlo y no tener que bordearlo como hicimos nosotros J y atravesar tres países... otra vez la temida Suiza... uy uy uyyyy sin vignette uy uy uyyyy, otra vez nos hicimos los suecos. Pasamos por Austria... atasco monumental... ¿y ahora? Alemania otra vez, ¡estábamos a salvo!

Decidimos no volver a entrar en Suiza con coche durante el resto del viaje... misión difícil, porque estábamos continuamente en el límite de los dos países.


Por fin llegamos a Fussen. Ya era tarde, teníamos que encontrar alojamiento económico... allí la gente se suele retirar pronto y en algunos sitios no admiten huéspedes más allá de las 6 u 8 de la tarde... los hoteles o Gasthaus que quedaban eran demasiado caros. Fuimos dando vueltas con el coche por pueblecitos cercanos... al final nos alojamos en una habitación gigante y muy chula. Y cuál fue nuestra sorpresa al despertar que desde la ventana veíamos los dos castillos con los Alpes al fondo. ¡Qué chulooooo! ¡Oooooohhhhh! Para allí que fuimos. ¡Im-presionante!



Primero visitamos Hohenschwangau ¿eres capaz de pronunciarlo? (la residencia de infancia del Rey Luis II de Baviera) desde el cual vigilaba con un telescopio las obras del castillo de cuento de hadas que hizo contruir (Neuschwanstein). Nos gustó mucho, cumplió nuestras expectativas. Le hicimos fotos desde todas las perspectivas posibles, incluso desde arriba de una montaña donde la vista es espectacular: se ven los dos castillos, los lagos, los Alpes... panorámica que sin duda, quedará grabada para siempre en nuestros recuerdos.


Tocaba volver... el plan inicial era visitar Venecia también, pero lo dejamos para otra ocasión. Eran muchos kilómetros y demasiados países diferentes, mucha carretera y el coche necesitaba descansar (nosotros no :) así que decidimos volver.

De camino hacia España nos alojamos en Mulhouse, una ciudad francesa. El hostal por fuera parecía que se iba a caer, pero teníamos esperanza de que resistiese hasta que saliésemos de él. Por dentro el edificio estaba reformado y nos sentimos más seguros. Seguimos la marcha hacia Pirineos...

Fuimos a dormir y a llenar el depósito a Andorra, que era algo más barato que en Alemania.

Atravesando los Pirineos vimos un pico muy tentador que destacaba sobre los de su alrededor: el pic du Canigou. Y lo pusimos en la lista de “montaña digna de ser visitada” junto a un pueblo amurallado -Vilafranca de Conflent- también para otra ocasión.

De repente en una curva vemos algo... “¿¡qué es eso!?” y “eso” era una abuela pirenaica que estaba casi en medio de la carretera haciendo autostop. La imagen fue tan impresionante que tardamos segundos en reaccionar, pero por suerte no la atropellamos. Es imposible describir con palabras la imagen de aquello, así que hagamos un paréntesis (...) algún coche que iba detrás de nosotros paró delante de la abuela y queremos creer que la recogió (más que nada para que no provocase un accidente)

Llegamos por fin a Pont de Suert, nos alojamos en el hostal Canigó. La chica muy maja y muy amable nos recomendó rutas para hacer por el parque Nacional de Aigüestortes. Por la tarde hicimos un recorrido hasta l’estany Negre. Y al día siguiente hicimos una ruta más larga hasta l’estany Llong. Los Pirineos como siempre, ¡maravillosos! Y con esas vistas de los picos y lagos pirenaicos se acababa nuestro Tour.


Tocaba volver a casa. Con las pilas puestas y llenos de imágenes y sensaciones muy positivas. Y conscientes de que en este mundo quedan muchos lugares llenos de vida para visitar.

Senderismo Andorra GR11









El retorno. Acompañados esta vez por una buena amiga: "Correcaminos" la llaman algunos. Dotada de una resistencia increíble.

Esta vez teníamos que conseguirlo. Llegar al estany de l’illa y volver en el día. El letrero marcaba cuatro horas y pico sólo de ida, pero nosotros tardamos más de seis horas y algo menos a la vuelta. Total, doce horas de caminata atravesando parte del GR11 por Andorra. Si alguna vez haceis la ruta, a no ser que seais profesionales de la montaña o esteis en muy buena forma física o seais Jesus Calleja... no os fieis de los tiempos que marcan durante el camino. En 8 horas de recorrido hay que hacer parada para comer, tomar algunas fotos, orinar, disfrutar de las vistas, respirar, etc. Total, esas 8 horas se convierten en 10 o 12 tranquilamente.

Comenzamos a caminar sobre las 8.30 de la mañana de viernes. Hacía fresco, pero en cuanto empezamos la ascensión empezamos a notar el calor por el esfuerzo.

Primera parada considerable: Refugi de Fontverd a 1.875 metros de altitud. Almorzamos, bebimos agua, descansamos un poquito. Seguimos la marcha.

Segunda parada considerable, la meta: estany de l’illa. Poco más de 2.480 metros de altitud, que es donde está el refugi de l’illa. La ruta en sí fue preciosa, acompañados en parte del recorrido por el rumor del rio Madriu, pero después de algo más de 6 horas de caminata y ascenso, imaginábamos l’estany de l’illa como un maravilloso lago azul con música celestial y sirenas cantando y el miembro masculino de la expedición también esperaba ver a la diosa Venus sobre su concha...¡¡¡Pero no!!! L’estany de l’illa resultó ser un embalse, eso sí grande y precioso jeje! Comimos al lado del embalse. Hacía un frío tremendo. Dejamos de sentir los dedos de las manos. Nos pusimos en marcha otra vez, no podíamos entrenternos mucho por si se nos hacía denoche (¡¡y porque hacía demasiado frío!!)

Camino de vuelta: casi sin hablar, casi sin parar, solo una parada de minutos en el refugi dels Orris a 2.230 metros de altitud, algún otro momento para beber y tomar alguna foto.

El descenso fue más rápido, pero también más doloroso... las piernas a veces no respondían como debían jeje! Y sabíamos que si parábamos mucho tiempo, tal vez después no podríamos reanudar la marcha. Nuestro cuerpo estaba casi al límite.

Llegamos por fin al parking. Aleluya. ¡¡Casi 12 horas en total de caminata!! El esfuerzo, una vez más, valió la pena.



No es más quién más alto llega, sino aquel que influenciado por la belleza que le envuelve,más intensamente siente.(Maurice Herzog)

Zagraaaaaaa (Tuejar)




Aquí nos bañamos... congeladaaaaaaaaaaaa

Y seguimos juntos el camino por... El Bierzo (León)










Esta vez sonó la alarma a las 6.30 de la mañana...nos esperaban 8 horas de viaje hasta la provincia de León.

Primer objetivo: Castillo Templario de Ponferrada... impresionante. Y “chocante” pues nos imaginábamos el Castillo Templario en un entorno salvaje y cuál fue nuestra sorpresa que está en el centro de la ciudad! Pero valió la pena.

La aventura comenzaba realmente al salir de Ponferrada. Sin mapa de carreteras actualizado, pues nuestro querido mapa de 1998 se lo habían comido los chinches, y sin GPS... teníamos que encontrar el pueblo de Carucedo. Casualmente, en la comarca del Bierzo, muchos pueblos tienen nombres parecidos... Carucedo, Carracedo, Carracedelo, Cacabelos.... etc... Preguntamos en una heladería en Ponferrada y, o no pronunciamos bien o no nos entendieron, pero sin querer (y afortunadamente), llegamos al monasterio de Carracedo. El monasterio, esta vez sí, estaba en un entorno alejado de la civilización. Parecía no haber nadie allí, y que no se podía visitar, pero cuando nos adentramos un poco, vimos una recepción, con tres trabajadores... y ningún visitante! El monasterio para nosotros solos!

Salimos del monasterio guiados por alguna divinidad hacia el pueblo de Carucedo, donde se suponía que se encontraba nuestro alojamiento. Pero tampoco lo encontramos esa vez. Nos pasamos el pueblo y sin querer (y afortunadamente) llegamos a un lago con la puesta de sol. Era el lago de Carucedo.

Al final llegamos al alojamiento gracias a las indicaciones de los vecinos del pueblo, que tenían un acento muy cerrado, difícil de entender.

Al día siguiente, empujados por las ganas de ver aquél extraño paisaje que habíamos visto tantas veces en internet, nos dirigimos hacia las Médulas. http://es.wikipedia.org/wiki/Las_M%C3%A9dulas

Es increíble pensar que esas formaciones extrañas estaban hechas por la acción del hombre.

Hicimos una ruta por el paraje de las Médulas. Vimos la Cuevona y la Cueva Encantada. El entorno nos recordó a Indiana Jones; echamos en falta el látigo y el sombrero. Paparapa papará... paparapa paparapapá (música de Indiana Jones).

A la vuelta pasamos por Astorga y además, por si no habíamos tenido suficientes aventuras.... nuestro coche dijo: “BASTA” y a 35 kms de Madrid se nos quedó parado. Pobrecitos de nosotros.




Entre unas cosas y otras llegamos a casa a las 2 a.m. en un coche de alquiler. Toda una aventura.

Ruta de las Cascadas-Ordesa











Suena la alarma a las 5.30 de la mañana. Empieza una nueva aventura. Esta vez por los Pirineos Aragoneses (Ordesa).

Salimos desde Valencia sobre las 6.30 y pasando Teruel apareció una intensa niebla y se volvió a hacer denoche. Entre alguna parada y la niebla llegamos a Torla algo antes de las12. Nos dieron habitación en el hotel y cual fue nuestra sorpresa al ver las camas deshechas. Antes de bajar a quejarnos, marcamos las sábanas con bolígrafo para asegurarnos de que las cambiaban. Una estrategia solo conocida por aquellos que han estado trabajando en hoteles. Y a las 12.40 empezamos la ruta de las Cascadas.

Al llegar al que pensábamos que iba a ser un lugar poco conocido y solitario, resultó estar masificado y plagado de autobuses y coches. Un tropel de ruteros inundó el camino. Sobre todo al principio cuando unos señores de avanzada edad nos adelantaban dejándonos atrás. ¡Simpáticos vejestorios! Poco después al empezar la segunda etapa ya nos habíamos puesto en cabeza. Poco a poco ibamos dejando atrás al tropel de abuelos, niños, perros... y demás “en-seres”.

Al poco tiempo empezó a notarse el desnivel de la montaña. Hacía casi un año, desde finales de junio del 2010 cuando hicimos la ruta por Andorra que no habíamos hecho senderismo en condiciones. Y resultó duro. No fue una ruta difícil, pero 5 horas de caminata con un poco de desnivel, casi acabaron con nuestros pies, piernas y demás “en-seres”. Se nos puso a llover como nos auguró el vidente-recepcionista del hotel. Fue una lluvia ligera que refrescó el ambiente que ya estaba bien fresquito de por sí. El paisaje en algún momento nos transportó a tierras Escocesas y cómo no, tuvimos que comparar el Pirineo con las Highlands. Más bien yo creo que simplemente tenemos fijación con las Highlands. Bueno, es verdad que al llegar al final de la segunda etapa que terminaba en la cascada llamada “cola de caballo”, el valle nos recordó bastante al valle escocés de la última ruta. Paramos y comimos un bocadillo y descansamos un rato. Empezó a hacer más fresco y volvieron a aparecer nubes oscuras que no prometían nada bueno. La tercera etapa no la hicimos, pues el vidente-recepcionista del hotel nos recomendó que no la hiciesemos. Nos insinuó que sólo algunos elegidos han vuelto para contarlo. Como la primera predicción (la de la lluvia) se cumplió, no quisimos tentar a la suerte. Además teníamos que ver un par de cascadas que se alejaban un poco del camino y no las habíamos visto a la ida. Volvimos sobre nuestros pasos. La vuelta se hizo más rápida, pues fue cuesta abajo. Pero las piernas y las rodillas protestaban muchísimo! Fue en general una ruta visualmente preciosa y muy recomendable para personas de todas las edades.


Un paseo por el sendero de la vida


Nuestra aventura comenzó en primavera del 2005. Empezamos a viajar, conocimos parajes impresionantes, nuevas rutas y culturas, nuevos horizontes. Éramos compañeros de viaje, amigos y amantes. Cada viaje era una nueva ilusión, un reto, era un juego en el que los dos estábamos en el mismo bando y el objetivo era hacer nuestro el camino; fundirnos con el entorno y sentirnos parte de él. 

Relato Senderismo por Andorra

Empezamos lo que según el montañero de la caseta de información iba a ser un “paseo”. Llegamos hasta el refugio y después decidiríamos si íbamos a seguir la subida de un desnivel que podría ser un poco durillo para nosotros (también según el montañero). Y claro, llegamos al refugio y las ansias de llegar a la cima eran mayores que el pensar que otra vez no llevábamos comida... por lo menos sí que llevábamos agua! Jejej! Además allí hay ríos, a malas agua del río. Empezamos la subida y desde el primer momento noté fatiga (algo muy habitual en mi) pero miraba hacia arriba y pensaba en lo impresionante que iba a ser la vista del nuevo valle situado ya en Francia. Y miraba hacia abajo y pensaba: “esto es una auténtica maravilla” y el sonido del río y de los pájaros... el aire limpio... esto debería hacerlo por lo menos una vez a la semana y mi vida sería muho más rica.

Al cabo de dos horas y media de ascenso, cuando las fuerzas ya estaban al límite, pues el calor era sofocante y no habíamos almorzado demasiado y el desnivel para mi era muy fuerte... de repente llegamos a la cima y.... IMPRESIONANTE. El montañero nos había dicho la verdad. El gran esfuerzo valió la pena. Una vista maravillosa, todo salpicado de neveros, pues la semana anterior había estado nevando y algunos lagos, medio helados y azules... ese paisaje me recargó las energías casi instantaneamente! Y estábamos en Francia jijjij! Descansamos y llenamos la botella de agua de nieve. Nos recreamos los sentidos en el paisaje maravilloso.

Ahora tocaba descender. Cuando habíamos descendido tan solo unos metros encontramos a una pareja de montañeros de Valdemoro, equipados con sus bastones y sus botas de montañas...ellos sí parecían que tenían experiencia en ascensos!! Estuvimos hablando un rato con ellos y nos recomendaron visitar también la Vall del Madriu, reserva de la biosfera y uno de los espacios protegidos por la UNESCO. Nosotros seguimos el descenso y ellos aún tenían que llegar al lago. Cuando llegamos abajo venían pisandonos los talones!! Entramos en la caseta de información del montañero, yo iba sudando muchisimo y al pararme en seco casi me desmayo. Aguanté depie como puede jeje! Y me dijeron que debía comparme zapatillas de montaña, que las había muy ligeras, para eviar torceduras y resbalones... nos dieron muchos consejos interesantes tanto él como la pareja de Valdemoro. Nos dimos cuenta del rollo tan especial y natural que llevan los montañeros. Son gente magnífica (de mayor quiero ser como ellos jejeje)

Senderismo por Andorra








Relato de la escapada a Escocia

Escocia. Julio del 2008.

Reservamos un vuelo con Ryanair. Alicante-Edimburgo. Llegamos pronto a Edimburgo, pues el avión salía a las tantas de la mañana, ¡ufff qué sueño! Al llegar allí fuimos a la oficina de Europcar y alquilamos un coche. La emoción acababa de comenzar. El volante a la derecha, el cambio de marchas a la izquierda.... ¡¡¡cuidado esta gente conduce al revés!!! Con un mapa un poco desactualizado de 1998 (el que utilizamos para todos los viajes, que por cierto no sé dónde, pero lo hemos perdido buááááá) llegamos a Newtonmore, un pueblecito situado casi en el corazón de las Highlands. Iba a ser nuestra base de operaciones. En el B&B nos recibieron muy bien, era la primera vez que nos alojábamos en uno; guardamos un recuerdo inolvidable. Si alguna vez vais a Escocia no dudéis en alojaros allí. Nosotros hicimos la reserva con Booking, pero os pongo aquí la web de ellos: http://www.creag-meagaidh.co.uk/ A pesar de nuestro pésimo Inglés logramos comunicarnos más o menos... El que quiere hacerse entender...

Teníamos algunos castillos marcados para ir a ver y algunos lagos. Pero eso no fue todo... En 9 intensos días pudimos sentir Escocia. El whisky, la música, la amabilidad de sus gentes... y la magia de sus paisajes. Por la mañana desayunábamos fuerte en el B&B al más puro estilo escocés. Después pasábamos por el supermercado del pueblo y comprábamos pan, fiambre y zumos y nos dirigíamos cada día a un sitio. Stirling, Lago Ness y Urquhart, Fort William, Inverness, Eilean Donan, Aberdeen, Stonehaven, Perth, Melrose, Skye… parajes asombrosos, llenos de magia y vida. Por la noche ya cenábamos en condiciones, pues al medio día había que aprovechar todo el tiempo posible y lo más cómodo era llevar bocadillos para el camino. Estuvimos un día en los Highland Games, donde hacían competiciones de gaita, lanzamiento de troncos y de jabalina, carreras... todo typical Scottish. Ese día hizo muuuucho frío, pero lo pasamos muy bien. Asistimos a un concierto típico escocés, en un pueblecito de las Highlands... fantástico. También hicimos varias rutas a pie, por las Tierras Altas. Vimos la Isla de Skye (significa niebla en gaélico) fue una excursión increíble... de repente un viento intenso empezó a soplar y la niebla se puso sobre los acantilados, haciendo todavía más misterioso el paisaje.

Todos los días, cada cierto tiempo, caía una lluvia muy fina que no paraba de refrescar el ambiente... allí el aire es muy limpio y puro. Apetece respirar despacio y profundamente, porque te llenas de vida. El último día, para despedirnos como es debido le pedimos a Geoff que nos indicase una ruta larga, una ruta para recordar... era el último día y debía ser el mejor. “The last day, the best” le dijimos. Ya le habíamos comentado que nos gustaba hacer senderismo, así que pensó que éramos unos expertos... y nos indicó una ruta de expertos... ¿cuántas millas? en kilómetros fueron un poco más de 35. Ese día fue el único que salió el sol durante todo el día. ¡¡Por fin el sol se atrevió a saludarnos!! No quería que pensásemos que en Escocia siempre llovía. Nos pasamos el día caminando, paramos unos 30 minutos para comer el último bocata que nos quedaba y terminarnos el último zumo de frambuesas. Como ese día hacía calor, bebimos más de lo que acostumbrábamos y también nos cansamos más que cualquier otro día. La ruta terminaba en un valle gigantesco. Había un lago y por las montañas resbalaban finas cascadas. Impresionante. A la ida nos cruzamos con algunos caminantes. A la vuelta no vimos a nadie. Debíamos ser los últimos que iban a hacer la ruta de vuelta ese día. Había alguna indicación en las intersecciones de caminos, pero alguna no debimos de ver porque... nos perdimos. Llegó un momento que paramos y miramos alrededor... esa cabaña no nos sonaba haberla visto antes. No podíamos comprobarlo con las fotos, pues en esa ruta no pudimos hacer porque la cámara estaba llena y sin batería. Parecía que no había nadie allí. Seguimos caminando, esa senda llegaría a alguna parte... al cabo del tiempo vimos algunas vacas... ¿señal de civilización cerca? Pues no. Había vacas, pero ningún escocés por allí. Seguimos caminando y de repente vimos una casa y oímos el ruido de un tractor. ¡Siiiiiiiii! Por fin, ¡civilización! Nos pusimos en medio del camino para que el tractor parase y le preguntamos como salir de allí... no sé yo aquél señor si sólo hablaría gaélico porque no entendimos ni una sola palabra, pero por los gestos... ¿sería en la siguiente bifurcación a la derecha? Continuamos a la derecha y más adelante vimos una pareja joven. Ellos sí hablaban inglés. Nos indicaron como salir de allí. Por fin vimos un camino asfaltado y por allí pasó un señor en bicicleta que, por las pintas que nos vio, adivinó que estábamos perdidos. ¿Are you lost? Jeje, qué gracioso! Nos indicó cómo llegar a la carretera y nos dio una barrita energética de cereales. Caminamos un poco más. Por fin, la carretera. Ahora solo había que seguirla para llegar hasta el coche. Misión cumplida y ruta terminada, aunque por un camino alternativo jeje! Ese día fue el mejor. La aventura de no saber si pasaríamos la noche perdidos en las montañas escocesas no tuvo precio. Sin duda repetiría la experiencia porque son esos momentos los que te hacen sentir vida.

Escapada a Escocia







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