¿Hay
algo más sano y divertido que terminar y empezar el año haciendo rutas
pirenaicas? Tal vez sí… pero dudo que haya algo más gratificante que ver estos
paisajes y sentir estas montañas en cualquier estación del año.
Por primera vez descubrimos el auténtico invierno pirenaico. Estuvimos alojados en Pas de la Casa (Andorra). Ya de noche, la llegada fue una auténtica aventura… el Port d’Envalira (puerto de montaña con carretera más alto de los Pirineos) estaba helado, tuvimos que poner las cadenas, con alguna dificultad, pues el intenso frío hacía que las manos perdieran sensibilidad, incluso con guantes. Una pequeña nevada nos acompañaba en esos momentos. Superado el momento cadenas, pudimos llegar por fin a Pas de la Casa.
Pas de la Casa es un pueblecito construido a 2050 metros de altitud. Y parece ser el paraíso de esquiadores. Asombrados nos quedamos cuando vimos que un pueblecito pequeño, a esa altitud en pleno Pirineo, se llena en invierno de gente de todas partes del mundo, llamados por la pasión por el esquí. Las calles estaban muy animadas, plagadas de esquiadores con sus equipos, caminando como robocops con las botas de esquí. Pero nosotros no fuimos para esquiar… nosotros fuimos para probar qué se siente al caminar por la nieve!
La primera vez que nos pusimos las raquetas, nos dimos cuenta de que caminar con aquellos objetos en los pies era un poco extraño. Pero a la vez era fabuloso notar que, aunque costaba mucho más que caminar con zapatillas de montaña o unas simples chanclas… eran fundamentales para no hundirte en la nieve hasta la cintura! Así que enseguida nombramos a nuestras raquetas de alquiler calzado oficial para caminatas por la nieve.
Como siempre los Pirineos maravillosos, teñidos de un blanco perfecto y deslumbrante, casi imposible de mirar sin gafas de sol. Hicimos pocas rutas, pero la más bonita fue sin duda por la Vall d’Incles: estampa digna de cualquier postal!
A mi no me gusta la nieve pero despues de leer esto voy ha probar este año
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